"La Hermanastra Fea" asusta a la princesa
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La Hermanastra Fea, prohibida para menores de 16 años, con la consiguiente incomodidad prevista en los cines, es una ópera prima aterradora, un horror y un esplendor. Alterna entre el gran guiñol, desvíos post-punk, caricaturas y horror corporal, anclando el gusto más exigente por el realismo y la firmeza gestual (el baile del Príncipe es una cumbre del virtuosismo manierista). La noruega Emilie Blichfeldt y sus actrices, incluyendo a Lea Myren, quien interpreta a Elvira, el patito feo que sueña con la majestuosidad, hacen una entrada impactante en la corte de los milagros y el espejo de las vanidades, el territorio reservado del cine de terror.
Conocemos el cine de fenómenos, monstruos de feria, payasos asesinos que destripan a sus víctimas en un circo colorido, según el lema "no es sangre, es rojo". Hasta ahora, hemos sido menos conscientes de otro cine, igual de perturbado por la exaltación sangrienta, adolescentes asesinas (principalmente mujeres hoy en día), películas que estudian la psicología de chicas jóvenes, monstruosas y vulnerables bajo los dictados de la sociedad, en un mundo de terror: estas son las "películas de bichos raros". Asustadas, poseídas, inadaptadas, terminan cometiendo atrocidades, la única manera para ellas de " hacer lo mismo que los demás ": a todos los demás el daño que se les hace y que se les ha inculcado. El cine de bichos raros desciende del cuento de hadas revisitado, pastiche y feminizado. Son cuentos contra cuentos: recientemente
Libération